lunes, 2 de enero de 2012

tarde de enero



hace calor, de los peores, de esos que en verdad te hacen pensar en Nergal y los dioses mas malignos de los desiertos del mundo, un calor aplastante e invasivo, que te hace tener ganas de lavarte y sacarte esa pegajocidad corporal constante, un calor que te recuerda tus pies, tu pelo, y que asfixia a toda parte de tu cuerpo que no esté descubierta. diria uizas que se trata de un calor sexual infernal de aventuras prohibidas, un calor cochino y afrodisiaco, un calor de obrero mirandole las piernas a una escolar, ese calor que te trasforma de un racional pesante a un cavernícola instintivo. un calor drogadicto que te aleja de lo real, que te relenta, que te niega, que te ofusca